Mi perro viene de una dimensión astral diferente,en la que sus habitantes,criaturas pacíficas y reflexivas que se reconocen como una consciencia colectiva,destilan y se nutren del conocimiento ancestral de las estrellas.
En Asteri valoran la serenidad y la contemplación como pilares de su existencia,por lo que pasan sus vidas en completo silencio basándose en los mandamientos cósmicos.Como prueba de experiencia vital,viajan a otros planetas de inferior estado de consciencia para ayudarles a elevar su frecuencia.
Yako vino al planeta tierra,y en concreto a mi familia,transformado en cachorro para mostrarme la salida del ego,de la individualización del ser.Cuando le miro a los ojos presiento sabiduría y comprensión,porque dentro de su vibración no existe el juicio.
El blanco y negro de su pelo simboliza el equilibrio interno inherente a su ser,y su costumbre de meterse debajo de las piernas al ser acariciado es un gesto de conexión y respeto,una forma de compartir la sabiduría de su planeta natal.
Hace 7 años que Yako está en casa,mismos años en los que he sentido este despertar espiritual,él se mantiene joven como el primer día y cuando llegue su momento de irse de este mundo habré recibido toda la sabiduría que podía aportarme.